Desde finales de la época colonial, muchos habían creído que la misión de su país era servir de modelo de libertad y democracia. Sin embargo, esta visión o punto de vista cambió en el siglo XIX.

Muchos creían que la misión del país era difundir la libertad colonizando el continente entero. En 1819, John Quincy Adams expresó lo que muchos estadounidenses opinaban cuando dijo que la expansión al Pacífico era tan cierta como que el río Misisipi desemboca en el mar.

En la década de 1840, el editor de un periódico de Nueva York, John O’Sullivan, expresó con palabras más claras en qué consistía la misión nacional. Él dijo que el “Destino Manifiesto [de Estados Unidos] era extenderse y poseer el continente que la Providencia nos ha regalado”. O’Sullivan Quiso decir que Estados Unidos estaba predestinado o designado para un propósito especial por Dios para expandir sus fronteras hasta el océano Pacífico.

Muchos estadounidenses querían que Estados Unidos ocupara Oregón. En las elecciones presidenciales de 1844, el candidato demócrata James K. Polk defendió este anhelo. Los demócratas usaron el eslogan “Cincuenta y cuatro cuarenta o combate” para referirse a la línea de latitud que consideraban debía ser la frontera norte del país en Oregón.

Firme creyente en el Destino Manifiesto, Polk se concentró en adquirir Oregón sabiendo que Gran Bretaña no aceptaría un límite en 54°40’ latitud N. En 1846, los dos países llegaron a un compromiso y fijaron la frontera en 49° latitud N, es decir, la misma que los británicos habían rechazado 21 años atrás.

«Progreso Americano» (1872) es una representación de la idea del «Destino Manifiesto» y la expansión americana hacia el oeste

El historiador William E. Weeks ha puesto de manifiesto la existencia de tres temas usados por los defensores del Destino Manifiesto:

  1. La virtud de las instituciones y los ciudadanos de EE. UU.
  2. La misión para extender estas instituciones, rehaciendo el mundo a imagen de los EE. UU.
  3. La decisión de Dios de encomendar a los EE. UU. la consecución de esa misión.

La descripción del presidente Abraham Lincoln de los Estados Unidos como «la última y mejor esperanza sobre la faz de la Tierra» es una expresión muy conocida de esta idea. Lincoln era un puritano y gran conocedor de los preceptos bíblicos, sus discursos eran casi salmos de un carácter muy convincente para los congresistas de la naciente república unificada.

A partir de este supuesto, los Estados Unidos anexan los territorios de Texas (1845), California (1848) e invaden México (1846), en lo que sería la guerra México-Estados Unidos. Como consecuencia, los Estados Unidos se apropian de Colorado, Arizona, Nuevo México, Nevada, Utah y partes de Wyoming, Kansas y Oklahoma, en total 2 millones 100 mil kilómetros cuadrados –el 55 % del territorio mexicano de entonces–, lo que se dio en llamar «la Cesión Mexicana». A cambio, los Estados Unidos se comprometieron a pagar 15 millones de dólares.1

Después se ha citado en muchas otras ocasiones este Destino manifiesto tanto a favor como en contra de otras intervenciones militares.

El término se revivió en la década de 1890, principalmente por los Republicanos, como una justificación teórica para la expansión estadounidense fuera de América del Norte. También fue empleado por los encargados de la política exterior de EE. UU. en los inicios del siglo XX. Algunos comentaristas consideran que determinados aspectos de la Doctrina del Destino manifiesto, particularmente la creencia en una «misión» estadounidense para promover y defender la democracia a lo largo del mundo, continúa teniendo una influencia en la ideología política estadounidense.

La Ruta de Oregón

A partir de 1841, y con la aparición de la doctrina del Destino Manifiesto (hacia 1845), comenzaron una emigración masiva de grupos y caravanas organizadas con cientos de colonos, ganaderos, agricultores, mineros y hombres de negocios que emigraban hacia el Pacífico Noroeste, cruzando el país recorriendo unos 3200 km. Viajaron a lo largo de la ruta en caravanas, carretas, carros, reatas, a caballo, a pie, en balsa y en barco, para establecer nuevas granjas, vida y empresas en el Territorio de Oregón, un territorio que desde principios del siglo XIX estaba administrado conjuntamente por los Estados Unidos y Gran Bretaña.​ El uso de la ruta alcanzó el clímax con el descubrimiento de oro en California en 1848.

Para completar el viaje en una temporada, la mayoría de los viajeros partían entre abril y junio, tan pronto como la hierba crecía lo suficiente para mantener a los animales y los caminos secos. Para hacer frente a las constantes necesidades de agua, pasto y leña para las fogatas, la ruta seguía varios ríos y arroyos a lo largo de la mitad del continente. Además, la red de caminos requirió un mínimo de obras viales para ser transitable por los carromatos.

Los cinco a seis meses de viaje permitían atravesar más de la mitad del continente y las caravanas, partiendo de Misuri, cruzaban las tierras de lo que más tarde serán cinco estados de los EE. UU.: Kansas (1861), Nebraska (1867), Wyoming (1890), Idaho (1890) y Oregón (1859). Además, algunos de los ramales de esta ruta se convirtieron en las principales arterias que alimentaron de colonos otros seis estados: Colorado, Utah, Nevada, California, Washington y Montana.

La ruta de Oregón

Atraídos por las noticias de la tierra fértil de Oregón, y agobiados por las dificultades económicas del Este, muchos estadounidenses emprendieron el camino hacia el oeste.

En 1843, unos mil emigrantes hicieron este recorrido. Decenas de miles los seguirían en los años venideros. Antes del difícil viaje, estos pioneros trabajaban durante años para ahorrar el dinero suficiente y poder comprar una carreta, una yunta de bueyes y los suministros que necesitaban para el largo viaje. En aquél entonces estos gastos andaban alrededor de los $5,000 dólares (unos $170 mil dólares actuales). Una vez que tenían lo necesario, empacaban sus pertenencias y llenaban con provisiones sus carretas cubiertas de lona. Después de reunirse en Independence u otros pueblos de Misuri, seguían el Camino de Oregón a través de las Grandes Llanuras, por el río Platte, y el Paso Sur de las montañas Rocosas. Luego, giraban al norte y al oeste, siguiendo el curso de los ríos Snake y Columbia, hasta entrar en Oregón.