Napoleón soñaba con establecer un imperio occidental. La isla caribeña de Santo Domingo sería una importante base naval desde la cual podría regirlo. Pero en Santo Domingo se presentó una situación que desvaneció su sueño. Inspirado por las ideas de la Revolución francesa, Toussaint L’Ouverture lideró a esclavos y otros trabajadores de Santo Domingo en una revuelta contra los dueños de plantaciones. Después de una ardua lucha, los rebeldes ganaron y declararon la colonia una república independiente de Francia.
En 1802 Napoleón envió tropas para retomar el dominio de Santo Domingo, pero fracasaron en el intento. En 1804 los franceses fueron expulsados de Santo Domingo. El país adoptó el nombre de Haití, que era como lo llamaban los habitantes originales de la isla.
Para ese entonces Francia estaba nuevamente en guerra contra Inglaterra y Napoleón tenía un problema: necesitaba dinero para financiar su guerra contra Gran Bretaña. Sin Santo Domingo, Louisiana era inútil, así que decidió vender este territorio para resolver su problema monetario. Un funcionario francés les dijo a los representantes estadounidenses Robert Livingston y James Monroe que el Territorio de Louisiana estaba a la venta. La oferta los tomó por sorpresa, pero no tenían la autoridad para aceptarla.
Sin embargo, el negocio era muy bueno como para dejarlo pasar. El nuevo territorio provería de mucha tierra a los granjeros por varias generaciones y a bajo precio. También daría a Estados Unidos el control del río Mississippi y salvaguardaría los intereses mercantiles internos. Estos beneficios convencieron a Livingston y a Monroe de cerrar el trato así no tuvieran la autorización para comprar todo el territorio. Después de pocos días de negociación, las partes acordaron un precio de 15 millones de dólares.
A Jefferson le inquietaba que una compra tan grande no fuera legal. En la Constitución no figuraba nada respecto de la adquisición de nuevos territorios. ¿Qué autoridad invocaría para comprar el territorio? Pensó en promover una enmienda constitucional, pero se dio cuenta de que no había tiempo para ello. Jefferson decidió que los poderes del Gobierno para hacer tratados permitían la compra del nuevo territorio. El Senado aprobó la compra en octubre de 1803. La adquisición de Louisiana duplicó el tamaño de Estados Unidos.
